Los gastos en un restaurante son inevitables. Pagar al personal, el alquiler del establecimiento y a los proveedores son los más habituales. Estos son tanto directos como indirectos y, en ninguno de los casos, puedes escapar de ellos. Para no acabar en la quiebra puedes llegar a reducirlos, pero antes tendrás que saber cómo.

¿Cuáles son los costes de un restaurante?

Para empezar, los costes indirectos hacen referencia a los gastos administrativos, el pago de impuestos, la luz, el agua, Internet y los salarios de todos los empleados, incluso el director al mando. Por su lado, los directos constituyen las materias primas y, en resumen, todos aquellos gastos provocados por tener en carta cada plato. Además, la mayoría de estos costes varían con el tiempo.

Un claro ejemplo es el de la materia prima, ya que 10 kilos de ternera van a tener hoy un precio determinado por la oferta y la demanda y mañana otro. Por suerte, los más onerosos, como es el alquiler del local o los impuestos, se mantienen estables en el tiempo, lo que permite compensarlos con mayor facilidad.

¿Es posible reducir los costes?

La respuesta sencilla es un sí rotundo, de hecho, hay quien sostendría que llevar un restaurante consiste en reducirlos al mínimo. Algo que también hace cualquier otra empresa. Un primer punto es revisar la carta para comprobar si el cálculo de los precios es el correcto y reducirla para que sea rentable. La mejor herramienta en este caso es un escandallo, el cual nos permite sacar el mayor rendimiento a cada materia prima y plato en carta.

Una pauta que debemos adoptar es la de optimizar el almacenamiento. El objetivo es reducir las mermas de cada producto al mínimo y evitar que se echen a perder manteniendo un buen orden. Así, no podemos colocar los productos congelados y frescos en cualquier sitio, deben permanecer en el congelador o la cámara frigorífica. Además, la accesibilidad a los mismos debe estar garantizada.

Otro aspecto al que prestar atención es a los proveedores. Hay que buscar no solo el mejor producto, sino la mayor rentabilidad en cada compra. Es vital contar con el apoyo de buenos profesionales, los cuales realicen las entregas en el tiempo justo y sin poner en peligro la calidad de la materia prima. Asimismo, establecer una buena relación con ellos nos llegará a permitir algún descuento o un mejor trato.

Conclusiones

Todo restaurante debe vigilar que los gastos no superen a los beneficios, de otro modo habría que cerrar el negocio. Así, si sigues las pautas adecuadas los reducirás y aumentarás los beneficios, algo a lo que siempre debes aspirar. Sin embargo, la búsqueda del beneficio no debe reducir la calidad del servicio ofertado.